Colección: BIKINI 25

Cuando era pequeña todos nos íbamos de vacaciones a la playa. Cargábamos el coche hasta que parecía que iban a estallar las ruedas pero siempre se salvaba. En cuanto llegábamos, mis padres descargaban el coche y nosotras nos íbamos a la playa. Lo que más me gustaba era abrir la maleta y dejarme guiar por ese olorcillo a goma pasada de bañador de unos cuantos años.

Yo siempre me iba con mi abuelo por dos razones principalmente: la primera es que su bañador también olía como el mío, pero además el suyo parecía que se quería escurrir debajo de la tripa y me hacía mucha gracia imaginar que un día sucediera. La segunda es porque se sentaba a un kilómetro de la orilla y se pasaba tooooda la mañana recogiendo berberechos y guardándolos en el bolsillo trasero del bañador, lo que hacía más interesante la primera razón. Yo buceaba a su alrededor, disfrutando del baile de la arena del fondo y los berberechos entre sus dedos como si fuera una danza a cámara lenta. Y en ese maravilloso escenario, aparecían toda clase de peces que cada mañana me hablaban de sus ciudades submarinas, sus trajes para celebrar los días de fiesta y los secretos que casi nadie conocía.

Maite G. Tejedor

BIKINI 25